domingo, 23 de julio de 2017

Mi primer pelea violenta

Una experiencia traumática


Recuerdo que con mi mamá fuimos a un restaurante de pollo frito, allá por 1988 u 89.  No sé si era el cumpleaños de un familiar o amigo, pero mi mamá llevaba zapatos blancos de tacón con un vestido. Había una discoteca y se escuchaba música tropical, eran más o menos las dos o tres de la tarde, una tarde ni soleada ni nublada. 

Como era muy pequeño estaba en el área infantil de juegos, subía al resbaladero al aire libre y luego me escabullía por las escaleras para cruzar por los puentes colgantes. Yo aún no llegaba a los cuatro años de edad. Mientras exploraba la variedad de los juegos, me encontré con un túnel, al parecer hecho con un barril metálico ya que esa era toda su longitud.

Me pareció curioso experimentar con el efecto doppler, debido a la variación del eco que se escuchaba mientras atravesé el espacio redondo. La música sonaba un tanto recio, y me hacía hacia adelante y hacia atrás al descubrir por primera vez aquel fenómeno auditivo.

En eso reconocí una canción que sonaba, era un éxito de moda de José luis Rodriguez El Puma... canción que sonaba en canal siete. Pensé en el nombre del cantante y empecé a imitar el sonido vocal de aquel felino. Me creía un puma en su lecho, jugaba estando solo mientras escuchaba que mi voz también variaba dentro del túnel a medida que me acercaba o alejaba de la salida. 

En eso un niño mayor se me acercó... no recuerdo si pasó por el puente al lado mío mientras le grité al oído; y después de hacerlo de forma inocente, aquel chico mayor que yo.... o se abalanzó sobre mi dentro del túnel o estando afuera del mismo me tomó violentamente del cuello con ambas manos hasta que de alguna forma el niño estaba sobre mí intentando estrangularme exhaustivamente.

La caída fue violenta, en fracciones de segundos mi espalda y cabeza chocaron contra el concreto... con el mismo impulso de la caída por acto reflejo tire un puntapié a la espalda de mi atacante...  por instinto logré meter la barbilla para evitar que sus pulgares me dañaran la traquea, el tenía su cuerpo sobre el mío sentado sobre mi estomago y arrodillado a mis costados. 

No podía moverme, pero tenía las manos libres, sentí su peso encima mío y no podía respirar bien, intente golpearlo y alejarlo de mí usando las manos, pero la excesiva diferencia de peso no me favoreció. Quería gritar pero a penas podía jadear... el niño desconocido seguía con sus manos sobre mi cuello, observé su mirada llena de ira, note su expresión de regañadientes mientras forcejeaba la mandíbula al ritmo de los apretones de la estrangulación... él era de pelo negro rizado y tez clara, vestía camiseta color azul oscuro y usaba lentes de aro grueso sostenidos por un cordel flojo detrás del cuello. 

Me sentí impotente, estaba sudando frío mientras como pude, giré el cuello para ver si mi mamá estaba cerca. La observé mirando la pelea, mi madre en su distracción de seguro no vio cómo inició la pelea, pues en su ignorancia mientras giré la cabeza y se dio cuenta de lo que sucedía, quizás supuso que quizás jugábamos a las luchas pues cuando giré la mirada para ver si ella podía ayudarme, ella en su ignorancia en vez de correr a ayudarme soltó una inocente carcajada que la hizo mover el rostro hacia arriba... pero en aquel entonces yo no lo percibí así. 

No lo podía creer mi propia madre no me ayudó mientras estaba en posición de sumisión sin poder respirar. Luego de percibir mi desgracia estallé en un ataque de ira... en mi desesperación,  por instinto y con el poco aliento que me quedaba, con las manos libres que intentaban separar las manos del cuello de mi agresor, logré atacar sus ojos con los cinco dedos de cada mano en forma de garra, recuerdo que al niño se le movieron los lentes, cayendo suspendidos por las cuerdas, los lentes, mis uñas laceraron la nariz, los pómulos, sentí mis yemas dactilares humedecerse entre lo blanco de su mirada y sus párpados inferiores mi madre se asustó de lo iracundo que me torné.

Cuando el niño sintió mis uñas dentro de su ojo derecho una de sus manos aflojó mi garganta y pude dar un agudo grito gutural mientras terminaba de estallar en furia. Mi mamá que estaba a varios metros, al verme llorar bajo ese estrés, corrió hacia nosotros y tomó al niño del pelo y hacía atrás, pude ver como su rostro se alzó y se separó de mí con el tirón de mi madre, cuando sus manos me liberaron por completo. me levanté inmediatamente y empecé a correr.

Estaba llorando furioso, decepcionado, aquel acto había sido percibido como el primer acto de traición hacía mí... y peor aún hecho por mi propia madre. 

Corrí hacia la calle, gritaba, mientras pujaba a regañadientes jadeando entre lágrimas, crucé la calle sin mirar, y sólo por que el destino es grande no fui atropellado, recuerdo que escuché la bocina de algunos carros en aquel bulevar que con éxito me esquivaron. Llegué a mitad del arriate, me encontraba atrapado, mi mamá se veía muy preocupada, y yo desconcertado me asusté aún más.

Pasó un rato hasta que mi mamá logró cruzar la calle. Ella se quedó regañando al niño mientras nos separaba, pero no pudo alcanzarme o más bien no pensó que yo lo único que deseaba era alejarme de aquel lugar y de ella por un momento entre mi desesperación. Aquello pudo haber terminado en tragedia en cuestión de segundos. 

Cuando me encontraba en medio de las dos carreteras y mi madre logró llegar hacía mí, me relajé y lloré más tranquilo, ella me abrazó y la perdoné inmediatamente, ella para reconfortarme, me dijo que el niño también había llorado... también agregó que le había metido una patada para hacerme sentir mejor. A decir verdad sí le tomo el cabello de la frente hacia atrás bastante duro pues lo quitó de encima mientras abría la boca. Irónicamente imaginé el falso puntapié supuestamente dado por mi madre, ya que recordaba que los tacones blancos que usaba tenían puntas como de botas vaqueras.

Aquella escena se me grabó en la mente y a detalle, la verdad fue bastante fuerte para un niño que no llegaba a los cuatro años. Y ya analizado décadas después, hubo bastante violencia, aquella no fue mi primer pelea pues en el colegio recuerdo haber compartido puñetazos tanto con niñas y niños... recuerdo que una vez una chiquilla por alguna razón me golpeó el estomago mientras me hablaba y yo le devolví el golpe más fuerte en la misma área hasta hacerla llorar.  

Y si nos ponemos más técnicos de analizar, aquel encuentro no fue tanto de intercambio de golpes sino de lucha de suelo, mejor conocido como grappling en el mundo del deporte.  

Esta anécdota fue completamente real,  intenté recrear la escena tal y como la recuerdo sin agregar u omitir nada, obviamente lo hice con una pequeña regresión al sentirlo como lo percibí bajo la piel de ese niño en aquel entonces, no es que haya exagerado, fue simplemente regresar a mi posición entre aquel pequeño cuerpo infantil que contenía una mente inocente. 

Este post me ha ayudado a borrar y a canalizar aquel trauma, que ya no es más mi primer traición al comprender que el punto de vista de una madre ilusa y excesivamente joven no fue el mismo de aquel infante desesperado. Recordemos que el perdón es el mejor remedio para aliviar situaciones, ahora puedo recordar aquella anécdota sin resentimiento ni enojo, poniéndome en el lugar de los tres individuos que vivieron aquella experiencia.

Gracias por leerme. 

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YULIA

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